Dice un proverbio árabe que el agua es la vida. Y efectivamente es así. Allí donde hay agua se desarrolla una rica flora, a la par de una variada gama de especies faunísticas. Sin embargo, vamos a describir un espacio natural que se caracteriza por la intensa modificación que sobre él ha efectuado la intervención del hombre. Aunque los usos agrícolas del suelo, el desarrollo urbano y la contaminación del río han acabado con la mayor parte de la vegetación natural de Toledo, aún se pueden admirar una serie de modelos ecológicos y paisajísticos de un indudable valor didáctico y se conserva una rica flora en los márgenes del Tajo que acoge una cierta variedad de aves. Si bien, en lo que a la fauna se refiere, son las especies cinegéticas menores, como el Conejo de Campo y la perdiz, las más abundantes en la comarca.
Flora
La vegetación de este territorio, como el de otros, está condicionada por una serie de factores, unos de índole natural (clima, suelos, etc.) y otros de tipo humano-cultural. En los márgenes del río Tajo se instala una vegetación llamada de ribera que tiene un carácter especial debido a las distintas condiciones de humedad, fertilidad y profundidad del suelo que existen en este paraje. En la provincia de Toledo, las riberas del río están pobladas fundamentalmente por sauces y tarayes, tras los cuales se sitúan choperas y alamedas. Los cañaverales también hacen acto de presencia en sus márgenes, en remansos y encharcamientos. A cierta distancia de las orillas, surgen fresnos y olmos, esta última especie en claro retroceso debido a la aparición de un hongo infeccioso que ha acabado con numerosos ejemplares. Las encinas, cascojas, enebros, torviscos y espinos se extienden en sus inmediaciones, si bien los usos agrícolas han ido alterando este paisaje, reduciendo las poblaciones de estas especies, a favor del matorral bajo y de las campiñas. Como en cualquier río, abundan las plantas hidrófilas, como los juncos.
La vegetación de este territorio, como el de otros, está condicionada por una serie de factores, unos de índole natural (clima, suelos, etc.) y otros de tipo humano-cultural. En los márgenes del río Tajo se instala una vegetación llamada de ribera que tiene un carácter especial debido a las distintas condiciones de humedad, fertilidad y profundidad del suelo que existen en este paraje. En la provincia de Toledo, las riberas del río están pobladas fundamentalmente por sauces y tarayes, tras los cuales se sitúan choperas y alamedas. Los cañaverales también hacen acto de presencia en sus márgenes, en remansos y encharcamientos. A cierta distancia de las orillas, surgen fresnos y olmos, esta última especie en claro retroceso debido a la aparición de un hongo infeccioso que ha acabado con numerosos ejemplares. Las encinas, cascojas, enebros, torviscos y espinos se extienden en sus inmediaciones, si bien los usos agrícolas han ido alterando este paisaje, reduciendo las poblaciones de estas especies, a favor del matorral bajo y de las campiñas. Como en cualquier río, abundan las plantas hidrófilas, como los juncos.
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